Siguen aquí, como si esperaran tu regreso.
No he tocado nada.
No por apego… sino por respeto.
Porque aún siento que lo nuestro no fue casual.
Que no todo está dicho.
Y porque te sigo recordando no desde el dolor, sino desde el amor que todavía guardo.
Me gustaría saber:
¿Qué quieres que haga con ellas?
Pero más allá de eso…
también me gustaría saber si, en algún rincón de ti,
aún hay algo que quiera volver.
Porque yo sí.
Y sigo aquí.
Lo que tú me dijiste con música:
Nunca olvidaré las canciones que me dedicaste.
En ellas decías más de lo que tus palabras permitían.
Cada vez que las escucho, vuelvo a sentir lo que sentíamos.
Porque elegiste esas letras con el corazón. Y aún me hablan.
Recuerdo cómo me dedicaste esta canción en un momento en que sentías que todo te sobrepasaba.
Las olas de la vida te golpeaban con fuerza, y tú te sentías perdida en medio de esa tormenta interna.
Pero yo estaba ahí, a tu lado, como un faro en la oscuridad.
No necesitaba palabras para mostrarte que te entendía y te apoyaba.
Esta canción fue tu forma de decirme que, aunque todo estuviera oscuro, sabías (incluso has sentido) que juntos podríamos encontrar la luz.
Me mostraste tus razones. Tus heridas. Tus luchas internas.
Me enseñaste tus emociones crudas, y no te escondiste.
Cada verso de esta canción era como mirarte por dentro… y abrazarte igual.
Porque aunque me dijiste que eras difícil, yo te vi tan fuerte, tan bella en tu verdad…
Que no quise entenderte, quise acompañarte.
Esta canción me recordó que incluso en tu caos, tú eras magia.
Y ahora yo te dedico esta canción:
Desde que te vi, supe que eras tú. ¡Mi alma gemela!
No sé si fue la mirada, la voz, la energía. Pero lo sentí en el cuerpo. En el alma.
Nada de lo que vivimos fue superficial.
Por eso esta canción es para ti.
Porque contigo el tiempo no importaba. Se detenía.
Y aunque hoy estemos separados, lo que yo siento sigue aquí.
Con paciencia. Con certeza. Con amor.